Comportamientos autoestimulatorios y música

Los comportamientos autoestimulatorios, llamados stimming en inglés, son una de las características típicas del autismo.

Estos son movimientos repetitivos y estereotipados de todo el cuerpo (balanceándose, dando vueltas, saltando sin parar) o solo de una parte de él (sacudir las manos delante de los ojos, chasquear los dedos, girar objetos).

Sin embargo, el “stimming” no es exclusivo del autismo. Incluso las personas neurotípicas (las personas “normales”, para entender) en algunas situaciones usan conductas de autoestimulación: golpear los dedos sobre el escritorio, mover repetidamente el pie hacia arriba y abajo, jugar con el pelo... son comportamientos que las personas normalmente tienen cuando están nerviosas o ansiosas porque disminuyen la ansiedad.

Las razones por las cuales las personas autistas tienen comportamientos autoestimulatorios mucho más evidentes y, sobre todo, hacen un mayor uso de ellos, pueden ser diferentes. En mi caso, encuentro que balancearme suavemente de un lado a otro cuando estoy sentado es muy tranquilizador. Sucede especialmente en situaciones estresantes; Me siento en algún lugar, mi cuerpo comienza a moverse sin siquiera pensarlo y una sensación de calma inmediata me invade.

El stimming puede reducir la sobrecarga sensorial. En el caso de un sistema vestibular y propioceptivo menos activo, en cambio, puede causar un aumento en la estimulación sensorial necesaria para mejorar la percepción del propio cuerpo. Los comportamientos autoestimulatorios pueden ayudar a mantener la concentración y la atención.

A menos que se vuelvan peligrosos, como golpear la cabeza contra la pared, siempre es bueno evitar detener estos comportamientos.

Es muy importante tratar de averiguar la razón detrás del stimming, porque podría ser el resultado de una sobrecarga sensorial que el autista necesita reducir, o podría ser un momento de extrema ansiedad que necesita ser controlado. Aprender a comprender la razón de los comportamientos autoestimulatorios también es esencial para evitar todas aquellas situaciones que pueden causar ansiedad a la persona autista. En ocasiones el stimming, utilizado como comportamiento de autorregulación, es una buena forma de liberar la tensión y evitar la meltdowns.

Muchas personas en el espectro utista dicen que escuchar música, cantar o tocar un instrumento ha reducido su necesidad de stimming. Yo por ejemplo lo he estado haciendo desde que era un niño. En muchos casos la música parece producir el mismo efecto, si no más fuerte, de los comportamientos autoestimulatorios: ayuda a enfocar la atención, aumenta o disminuye (según el momento y el tipo de música) la estimulación sensorial. Algunas personas sienten la necesidad de bailar con música, mientras que otras obtienen enormes beneficios de la producción de sonidos, por ejemplo, con la voz o con un instrumento. Muy a menudo la música puede convertirse en un sustituto real del stimming.

He asistido a una sesión de musicoterapia con P., un niño autista de 11 años. Antes de que comenzara la sesión, P. se movía constantemente, saltaba, luego se sentaba en el sofá, se balanceaba vigorosamente y agitaba las manos, y después de unos segundos volvía a saltar otra vez. La musicoterapeuta comenzó a tocar el piano. En pocos segundos, P. tomó un tambor y comenzó a acompañarla. Se sentó en el sofá, feliz, tocando su tambor. Durante la sesión, la tensión inicial disminuyó aún más y P. continuó tocando diferentes instrumentos, cantando y bailando. Hasta una sesión de relajación con música, que definitivamente lo hizo quedarse acostado en el sofá.

Una vez que terminó la sesión, P. era un niño completamente diferente, sonriente y sereno. No había signos de esos movimientos frenéticos de antes, no había necesidad de otros comportamientos autoestimulatorios, al menos por un tiempo.

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